A Rita Erlich y Eduardo Poyastro

Miles y miles de víctimas, detenidos desaparecidos, asesinados, se cobró el Terrorismo de Estado en nuestro país. La noche de los tiempos. La más terrible dictadura que padecimos. El horror. El costado más siniestro  de la condición humana disponiendo de nuestras vidas, de nuestro destino.

Corrían los años 70 y era yo una joven que estudiaba en la Universidad,   trabajaba y militaba con un compromiso político y social, junto a muchos otros, pensando que era posible un mundo mejor. Y como tantos de nosotros vi cómo “desaparecían” o asesinaban a compañeros, amigos, familiares.
En 1968 había terminado mi escuela secundaria. En el Dámaso. Épocas felices que nos encontró en primer año yendo al encuentro del Presidente Illia en su despacho en la Casa Rosada. Pero también llorando, ya en tercero, al enterarnos del Golpe de Estado que en junio de 1966 puso a Juan Carlos Onganía en esa casa.
En el Dámaso, en sus aulas, en sus patios, viví mi vida de estudiante con mis compañeros y compañeras de entonces.
Sueños, risas, bullicio, encuentros y desencuentros, frescura, amores, alegrías y tristezas.
Margarita Erlich dice su Legajo de la CONADEP, Rita Erlich para nosotros en la escuela, era una de esas jóvenes que egresó como bachiller ese fin de año de 1968.
Y brillaba. En esos patios, en esas aulas. Chiquita, menuda, bonita y chispeante.
Terminada la escuela, por muchos años nada supe de ella.
Así fue hasta que, festejando los 25 años de egresados, en 1993, me enteré de que su nombre era uno de los muchos que integraban la larga lista de Detenidos Desaparecidos por el Terrorismo de Estado.
Secuestrada el 6 de abril de 1976, a pocos días del golpe.
Supimos de su paso por el Ex CCDTyE “El Campito”, en Campo de Mayo, y también que ya no había familiares a quienes poder contactar. Y supimos después, con pena, que algunos optaban por el olvido.
Pero yo soy una militante por la Memoria. Para que Nunca Más. Porque siempre pensé que la dignidad de mi pueblo se jugaba en esta búsqueda sin descanso por Memoria, Verdad y Justicia.
Y en esa búsqueda y en esa militancia encontré a los compañeros y compañeras que integran la Comisión de Ex alumnos del Dámaso por Memoria Verdad y Justicia que llevaron adelante la tarea de dejar el registro de los alumnos desaparecidos en las paredes del patio del Dámaso.
Y estoy segura de que pronto el nombre de Rita estará en ese patio, para que allí siga brillando.
Supimos, hace poco tiempo, que Eduardo Poyastro, compañero en los primeros años y egresado del Magisterio, se sumaba a la dolorosa historia de nuestro Colegio de la que dan cuenta las placas con los nombres de esos amados chicos. Y me emocionó que también su nombre se escuchara en el acto llevado a cabo por el Centro de Estudiantes de la Escuela el día 15 de septiembre pasado.
Me alienta saber que pronto colocaremos la baldosa, hecha con nuestras manos, con los nombres de todos nuestros chicos y chicas. Baldosa que marcará la vereda que tantas veces anduvieron, chistando a los caminantes que pasen cerca: “¡Eh, escuchá! ¡Por acá también pasamos nosotros! ¡Aquí soñamos y reímos! ¡Aquí estamos!”
¡30000 Compañeros Detenidos desaparecidos PRESENTES!
¡Ahora y Siempre!


Susú Gallardo (Promoción 1968)
Octubre 2014

Poema de la escritora y poeta uruguaya Circe Maia al que Daniel Viglietti le puso una preciosa música.

Otra voz canta

Por detrás de mi voz - escucha, escucha - otra voz canta.
Viene de atrás, de lejos; viene de sepultadas bocas, y canta.
Dicen que no están muertos - escúchalos, escucha -
mientras se alza la voz que los recuerda y canta.
Escucha, escucha; otra voz canta.
Dicen que ahora viven en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos, con tus palabras;
sostenlos con tu vida.
Que no se pierdan, que no se caigan.
Escucha, escucha; otra voz canta.
No son sólo memoria. Son vida abierta, continua y ancha;
son camino que empieza, y que nos llama.
Cantan conmigo, conmigo cantan.